Dinero Electrónico

En la economía digital han surgido nuevos medios de pago que suponen claras amenazas para los sistemas fiscales, como las criptomonedas, sustentadas en la tecnología blockchain y que “ponen en serio peligro los logros registrados en materia de transparencia e intercambio de información fiscal en la última década1Informe Provisional sobre los Desafíos fiscales derivados de la Digitalización, Marco inclusivo BEPS de OCDE/G20, 2018.

La comunidad internacional recondujo a principio de siglo el problema de los paraísos fiscales a los territorios no cooperativos; territorios que por su regulación o prácticas administrativas opacas, no facilitan información fiscal a otras jurisdicciones para que puedan aplicar sus propios impuestos.

Para luchar contra ellos creó hace unos años el Foro de Transparencia e intercambio de información en materia fiscal. Con él se pretende presionar y obligar a las jurisdicciones a que cumplan con unos estándares mínimos en esta materia y colaboren intercambiando, previa petición y de forma automática, información fiscal relevante.

Parece un contrasentido que se muestre, y con razón, una notable preocupación por evitar la existencia de este tipo de territorios, destino ideal por su opacidad de capitales procedentes de actividades ilícitas o no declaradas fiscalmente; y que por el contrario se haya ignorado la existencia y desarrollo de las criptomonedas.

Resulta imprescindible analizar qué modalidades de dinero electrónico son idóneas para los defraudadores por su opacidad y falta de control y que otras no suponen un riesgo; para, posteriormente, estudiar, a nivel nacional y europeo, la posible ilegalidad de las primeras.

Este estudio cobra especial interés como consecuencia del proyecto de creación de un Euro digital que acaba de lanzar el BCE y que aún se encuentra en una fase embrionaria.2https://www.ecb.europa.eu/paym/digital_euro/html/index.es.html

El euro digital garantizaría que la ciudadanía de la zona del euro además del efectivo pudiera tener acceso, sin coste alguno, a un medio de pago sencillo, universalmente aceptado, fiable y sin riesgo, dado que a diferencia de las criptomonedas de emisión privada, vendría respaldado por las instituciones Europeas.

El BCE pretende, al menos de momento, que conviva con el euro físico, pero en cualquier caso su diseño e implementación legal presenta numerosos interrogantes ¿Sería rastreable, de manera que pudiera seguirse en todo momento el origen del pago y el destino del mismo? ¿Sería anónimo, como el euro físico, o no lo sería, como el que hay en las cuentas y depósitos bancarios?; Si no lo es, ¿El BCE tendría conocimiento en cada momento de quien tiene cada euro digital?

Y, finalmente, ¿Cómo afectaría a los diferentes tributos y al control que ejerce la Administración?

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